lunes, 19 de agosto de 2013

Nada enseña tanto
Como el sufrir y el llorar.

Viene el hombre ciego al mundo,
Cuartiándoló la esperanza,
Y a poco andar ya lo alcanzan
Las desgracias a empujones;
¡La pucha que trae liciones
El tiempo con sus mudanzas!

-Párrafos 21 y 22-



Sosegado vivía en mi rancho
Como el pájaro en su nido-
Allí mis hijos queridos
iban creciendo a mi lao-
Sólo queda al des-graciado
Lamentar el bien perdido.

-Párrafo 50-



No hallé ni rastro del rancho-
Sólo estaba la tapera.
¡Por Cristo, si aquello era
Pa enlutar el corazón!
Yo juré en esa ocasión
Ser más malo que una fiera.

-Párrafo 169-

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